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6 UNIDAD SEGÚN SÍNTESIS
(Conferencia dada en Barcelona en el Congreso de la sección española de la SITA celebrado en 12 - 14 septiembre de 2002)

II. "En Cristo, todo Dios es hombre y todo el hombre es Dios"

Francisco Canals Vidal

Con estas palabras (DS nº 355), el Papa San Gelasio expresaba con energía y claridad luminosa la dogmática católica frente a las contrapuestas herejías de Nestorio y de Eutiques. Intentaba dejar bien claro que Jesús de Nazaret, el hijo de María, no estaba simplemente "unido" al Hijo de Dios, sino que era el Hijo de Dios, que no se había puesto en relación con Jesús como con "otro él", sino que había asumido en unidad de persona la naturaleza humana, y así se había hecho hombre.

Entre los Doctores católicos, Santo Tomás ocupa un lugar singular en el haber asumido, desarrollado y usado como punto de apoyo orientador de toda la doctrina sagrada las adquisiciones de la dogmática trinitaria y cristológica elaboradas en los siete Concilios de Oriente.

Partiendo del carácter divinizante de la Encarnación redentora y de la misión del Espíritu Santo que, al venir a nuestros corazones, nos hace hijos de Dios, se llegó a formular el dogma trinitario. Por la economía se alcanzó el misterio trascendente del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

También la verdad sobre la dispensación o economía fue el camino para que se alcanzase la claridad sobre la unión hypostática y la naturaleza y operaciones divinas y humanas de la única hypóstasis del Verbo venido a nosotros y hecho en todo semejante a nosotros.

Porque sólo Dios podía restaurar en nosotros la vida divina, teníamos que expresar con claridad la fe en que Quien nos redime, el Mesías que nace de María, es el mismo Hijo eterno de Dios. Y porque Su Venida misericordiosa fue un descenso en el que Dios quiso asumir todo aquello que nosotros somos para, de nuevo, elevarlo a la participación de lo divino y a la vez regenerarlo en lo que el pecado había desintegrado del linaje humano -de modo que la Redención, que nos comunica nuevamente lo divino, es también rehumanizadora, regeneradora de todas las dimensiones de la vida humana que había sido recorridas por la herencia del pecado- nuestra fe tenía que creer la integridad y plenitud de la naturaleza humana de Cristo y la realidad de sus operaciones y voluntad humana.

En toda la obra de Santo Tomás, pero en especial en la Suma Teológica, culminó, con no superada precisión, la expresión del misterio de Cristo en su relación con la obra de la redención del género humano. Ha sido por la humanidad de Cristo como se nos comunica, de nuevo, la plenitud de la divinidad. Es en cuanto hombre que Jesucristo es, para los hombres, el Camino hacia Dios.

Santo Tomás es fidelísimo a la dogmática de los Concilios y de los Doctores, singularmente de San Cirilo de Alejandría. Lo que en el siglo pasado expresó el gran teólogo Bartolomé María Xiberta como la posesión ontológica integral de la naturaleza humana por la hypóstasis eterna del Hijo de Dios, había obtenido desarrollo perfecto en aquellas páginas de la Suma. La naturaleza humana individual de Jesús es instrumento unido al Verbo divino. La voluntad humana del Hijo de Dios es regida y movida por la voluntad divina salvífica, a cuyos designios sirve toda la vida, la Muerte redentora y la Resurrección de Cristo.

Ahora bien, precisamente porque las argumentaciones que parten de la economía redentora habían subrayado que el designio redentor tenía por destinatario el hombre, una análoga unidad según síntesis a la que había establecido el V Concilio Ecuménico, y que Santo Tomás alegaba en la Suma Teológica, entre el Verbo y su naturaleza humana, es pensada siempre en la obra de Santo Tomás también en todas las dimensiones que, en la vida humana, son efecto de la salvación de Dios: en la acción de la divina gracia en el alma y en la voluntad del hombre dotada de libre albedrío, y en la iluminación de la mente humana por el mensaje de la Revelación que le ofrece e invita al conocimiento de la luz divina que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.