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Jesús en una aparición a santa Teresa confirmó que cuando resucitó se apareció a su Madre, la Virgen María, como san Ignacio consideraba evidente por sentido común

San Ignacio de Loyola considera de sentido común dar por hecho que Jesús tras resucitar se apareció a su Madre, la santísima Virgen María, con prioridad a las apariciones testimoniadas por escrito en la Sagrada Escritura.

«DE LA RESURRECCIÓN DE CHRISTO NUESTRO SEÑOR; DE LA PRIMERA APARICIÓN SUYA
»Primero: apareció a la Virgen María, lo qual, aunque no se diga en la Escriptura supone que tenemos entendimiento, como está escripto: (¿También vosotros estáys sin entendimiento?)
(San Ignacio de Loyola: Exercicios espirituales, nº 299)

Santa Teresa de Jesús trae el testimonio de que el mismo Jesús así se lo refirió
Fue el 21 de abril de 1571, lunes de Pascua, o segundo día Pascua de Resurrección. Santa Teresa estaba atravesando una situación mística de traspasamiento de pena, con una gran pena interna que le dejaba el cuerpo tan quebrantado, que, incluso tras pasar a otra situación y poder dar cuenta de esto por escrito, lo hacía con las manos "como descoyuntadas" y con dolor. Aunque no entendió lo que era traspasamiento de pena, hasta lo que le explicó entonces Jesús. Ese día, después de comulgar santa Teresa, Jesús se sentó a su lado y le refirió que tras resucitar, fue a ver a su Madre, porque estaba muy necesitada, tan traspasada de pena, la pobrecita, que ni siquiera volvía en sí para "gozar de aquel gozo"; y que Él tuvo que estar mucho rato con Ella, porque así fue necesario para consolarla.

Así da cuenta de ello santa Teresa:

"Después de comulgar, me parece clarísimamente se sentó cabe mí nuestro Señor y comenzóme a consolar con grandes regalos, y díjome entre otras cosas:
«Vesme aquí, hija, que yo soy; muestra tus manos»;
y parecíame que me las tomava y llegava a su costado, y dijo:
«Mira mis llagas; no estás sin Mí; pasa la brevedad de la vida».
En algunas cosas que me dijo entendí que después que subió a los cielos nunca bajó a la tierra -si no es en el Santísimo Sacramento- a comunicarse con nadie.
Díjome que en resucitando había visto a Nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad, que la pena la tenía tan absorta y traspasada, que aun no tornaba luego en sí para gozar de aquel gozo (por aquí entendía esotro mi traspasamiento, bien diferente; mas ¡cuál devía ser el de la Virgen!) y que havía estado mucho con ella, porque havía sido menester, hasta consolarla".
(Santa Teresa de Jesús: Cuentas de conciencia, 13ª. Salamanca, abril 1571. Obras Completas de Santa Teresa. Ed. de fray Efrén de la Madre de Dios. BAC, 1962, pág. 442).

Sobre el traspasamiento de pena dice allí mismo santa Teresa:

"Ahora, como he crecido, ha llegado a términos de este traspasamiento y entendiendo más el que nuestra Señora tuvo, que hasta hoy -como digo- no he entendido qué es traspasamiento" (ib. más arriba).

"Se suspende el alma con la grandísima pena, que queda enajenada, y hasta hoy no lo he entendido" (ib. aún más arriba).

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