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Nota bibliográfica sobre la Esencia del Conocimiento de Francisco Canals Vidal

por EUDALDO FORMENT

CRISTIANDAD, año XLV, núms. 682-684, enero-marzo de 1988, págs. 53 - 55

A fina1es del pasado año apareció una nueva obra del filósofo catalán Francisco Canals Vida!, redactor de Cristiandad desde sus inicios, con el título de Sobre la esencia el conocimiento (Biblioteca Universitaria de Filosofía, 12. Barcelona, Promociones Universitarias, 1987; 710 pp., 22 x 16 cms.). En la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona presentó el libro el Excmo. Sr. D. Ramón Valls, Vicerrector de la Universidad, en nombre de su Rector. Pocos días después se presentaba en la Balmesiana con una conferencia del Dr. Eusebi Colomer, S.J., profesor de la Universidad de Deusto, autor de la espléndida y amp1ia historia de la filosofía alemana de Kant a Heidegger. En su disertación, publicada en el primer número de la revista «Espíritu» de este año, el Dr. Colomer afirmó que «estamos ante un libro que hará historia»
(1. E. COLOMER, En torn del llibre de F. Canals Vidal: «Sobre la esencia del conocimiento», en «Espíritu», Barcelona, 1987, pp. 64-78, p. 64); y después de compararlo con la obra del conocido filósofo belga Joseph Maréchal sobre gnoseología tomista, El punto de partida de la Metafísica, declaró:

«...me parece que es preciso decir sin ningún tipo de exageración que el libro del profesor Canals es una de las obras filosóficas más importantes que han visto la luz en estos últimos años... » (2. Ibid., p. 65).

También coincide en esta vailoración el profesor Rafael Gambra. En un periódico de Madrid ha escrito que: «las letras filosóficas españolas se han visto enriquecidas con una aportación de primer orden en el libro de Francisco Canals «Sobre la esencia del conocimiento»
(3. R. GAMBRA, Sobre la esencia del conocimiento, en «El Alcázar», Madrid, 16-III-1988, p. 30).

El Dr. Gambra añade, además, que:

«Canals nos ofrece este libro que ha de situarse entre los más rigurosos y esclarecedores de nuestra generación» (4. Ibid., p. 31).

En el «Ya», desde otra perspectiva, Antonio Marzal confesaba que había leído este gran libro de «setecientas páginas densas y rigurosas, dominadas por un tomismo siempre fielmente profesado y siempre interiormente coherente» (5. A. MARZAL, Lecturas y problemas en "YA", Madrid, 14-I-88, p. 10).

Igualmente en «La Vanguardia» se le ha dedicado un extenso artículo en la sección de libros, titulado Lenguaje y conocimiento, que empieza con estas palabras: «Muy de tarde en tarde, la literatura filosófica seria -de la otra, tan abundante hoy en día, vale más no hablar- depara alguna sorpresa. Este es el caso del denso estudio del (...) doctor Francisco Canals, sobre la esencia del conocimiento». Al exponer sintéticamente el contenido de la obra, presentando sus tesis esenciales, se compara a su autor con Heidegger, indicándose que «no está demasiado lejos de la vendad decir que Canals lleva a efecto, en el marco metafísico-ontológico que le es propio, una tarea similar a la que el filósofo de Friburgo llevó a cabo en aquella obra (Kant y el problema de la metafísica), desde su peculiar marco ontológico-existencial»
(6. E. COLOMER, Lenguaje y conocimiento, en «La Vanguardia», Barcelona, 21-1-88, p. 34).

En el mismo periódico, Antonio Marzal le dedicaba el artículo Universidad e inteligencia, comparando la labor del profesor Canals con la de Maritain
(7. A. MARZAL, Universidad e inteligencla, en «La Vanguardia» (Barcelona), 3-II-88, p. 4).

Estos y otros parangones posibles son explicables, porque, en último término, como asimismo se ha escrito, a raíz de esta obra de Canals Vidal:

«hoy puede contársele entre las mentes más lúcidas tanto en el campo de la metafísica como en el de la teología»
(8. R. GAMBRA, Sobre la esencia del conocimiento, op. cit., p. 30). Ha transcurriido muy poco tiempo desde la aparición de la obra, para que puedan exponerse

Ha transcurriido muy poco tiempo desde la aparición de la obra, para que puedan exponerse las apreciaciones de las revistas especializadas. En la primera reseña que ha aparecido, hasta este momento, se concuerda con las anteriores noticias y comentarios de la prensa, al indicarse que se pretende

«llamar la atención de nuestros leotores interesados en la filosofía para que no les pase inadvertida esta investigación que marca un hito en la bibliografía española de los últimos tiempos»
(9. G.F.M., libros: Sobre la esencia del conocimiento, "Razón Española», Madrid, 27, 1988, pp. 211-212, p. 211).

No es posible ofrecer brevemente, ni es este el lugar adecuado, un resumen de este libro del profesor Canals,

«agudo y profundamente meditado (...). Fruto maduro de un pensamiento capaz de apurar las últimas consecuencias en una cuestión que encierra en sí los grandes problemas de la filosofía universal»
(l0. R. GAMBRA, Sobre la esencia del conoclmfento, op. cit., p. 30).

Sin embargo, pueden resaltarse por su importancia y originalidad:

el estudio de los «presupuestos preconocidos» de la pregunta sobre la esencia del conocimiento;

el examen de las interpretaciones intuicionistas,

y la doctrina, presentada a la luz de la concepción del conocimiento de Santo Tomás, del carácter expresivo y locutivo del conocer.

Esta última tesis capital implica que:

«el entender es, en cuanto tal, acto que forma lo entendido dentro de sí mismo como expresado y dicho, en el medio intencionail internamente enunciado en el que alcanza la realidad e intencionalidad expresa». Además, que ello es radicalmente posible por la íntima actualidad consistente en la autopresencia consciente o "subsistencia en sí" propia del ente espiritual»
(11. F. CANAl.S, Sobre la esencia del conocimiento, Barcelona, Promociones Publicaciones Universitarias 1987. p. 694).

Aunque esta concepción metafísica del conocimiento, de importancia nuclear para la fundamentación ontológica de la misma metafísica, se encuentra con diversos matices en San Agustín, y sus continuadores San Anselmo y San Buenaventura, y sobre todo en Santo Tomás, que supo expresarla en una síntesis congruente con la doctrina aristotélica del conocer, a la que únicamente permaneció fiel su comentarista Juan de Santo Tomás; es innegable, tal como se ha advertido, que «Canals expone su propio pensar, aunque

«siempre apoyado en sus autoridades, y declarando con excesiva modestia que su aportación es sólo un "redescubrimiento"»
(12. G.F.M., Libros: Sobre la esencia del conocimiento, op. cit., p. 212).

Se han resaltado también otros muchos valores de esta obra que descubre el concepto esencial del conocimiento en cuanto tal, como el que

«la indagación de esta esencia se hace en diálogo con las prindpales explicaciones dadas a lo largo de la Historia de la Filosofía»
(13. M. ANGLES y M. MAURI, Sobre la esencla del conocimiento, en "Comércio do Porto» (Lisboa), 27- XII-87, p. 87).

A este respecto, en el acto de presentación del libro en Madrid, el pasado día 5 de febrero, el Dr. Millán Puelles, en su profunda y precisa conferencia sobre el mismo, resaltó entre otros méritos la elaborada exposición que ofrece de Kant, calificándola de «ejemplar y de auténtico maestro».

Tal como asimismo se ha sugerido, la obra de Canals es la respuesta de la filosofía cristiana al kantismo, y que hace que «el gran filósofo aparezca como un cazador cazado en su propia trampa»
(14. E. COLOMER, En torn del llibre de F. Canals Vidal: «Sobre la esencia del conocimiento», op. cit., p. 72).

Otra virtud evidente de Sobre la esencia del conocimiento es la gran cantidad de información y valoración sobre esta temática que proporciona en las más de setecientas páginas y en las cerca de mil notas, que constituyen el libro. Se ha dicho, por ello, que

«la erudición de esta investigación es notable; pero ninguno de los numerosísimos textos es aducido como exhibición culta, sino por sobria exigencia del raciocinio y de la actitud discipular (...). »Hay ciertamente referencias famosas, pero no escasean los fragmentos olvidados y aun sorprendentes, que revelan un conoc:imiento directo y profundo de las fuentes clásicas»
(15. G.F.M., Libros: Sobre la esencladel conocimiento op. cit., p. 212).

Habría que añadir también su claridad expositiva, a pesar de su profundidad, que permite su comprensión incluso para lectores no especializados. El profesor Canals, en esta obra, ha logrado un estilo y un método expositivo, que la hace asequible en distintos niveles. Con ello, el libro no sólo va a contribuir a la difusión de estas verdades metafísicas sobre el conocimiento, sino también

«a que surjan nuevas investigaciones inspirándose y siguiendo sus planteamientos, desarrollos y conclusiones»
(16. E. FORMENT, Sobre la esencia del conocimiento, en «Catalunya Cristiana», Barcelona, 427, 29-XI- al 5-XII-1987, p. 22).

Porque, como se indicó en «La Vanguardia» estamos ante:

«un libro profundo para paladares metafísicos exigentes»
(17. E. COLOMER, Lenguaje y conocimiento, op. cit., p.34).

En definitiva, tal como también se ha escrito recientemente

«si este libro no diese que hablar entre nosotros, habríamos de pensar que la filosofía española actual padece, como no pocas áreas de la cultura nacionail, anemia perniciosa»
(18. G.F.M., libros: Sobre la esencia del conocimiento, op. cit., p. 212).

Además, aparte del interés de la obra en cuanto a la dilucidación de lo que es el conocer y su estructura y constitución en el hombre, tiene una gran importancia para la metafísica del hombre o el humanismo, porque la doctrina que presenta de la palabra mental hace posible la afirmación de la libertad humana. De manera que:

«si nos empeñásemos en pensar la esencia del conocimiento como constituida esencialmente por la inmediatez intuitiva, e interpretásemos en consecuencia la intencionalidad expresa y la palabra mental como algo subordinado, accidental a la esencia del conocimiento, e instrumental a modo de supletorio de aquella presencia, no podríamos ya hallar camino alguno para explicar la posibilidad ni siquiera de la apetición y de la locomoción en el nivel sensible. Mucho menos podríamos explicar la posibilidad misma de la voluntad libre»
(19. F. CANALS, Sobre la esencia del conocimiento, op. cit., p. 614).

La importancia del descubrimiento del profesor Canals es extraordinaria para la visión integral del ser humano, porque sin el lenguaje mental

«ninguna ciencia, ninguna legislación moral o jurídica, ningún sistema valorativo o normativo, en el que pueda realizarse la convivencia humana como comunidad racional, serían posibles»
(20. F. CANALS, ibid., p. 692),

como

«no sería posible un lenguaje inteligible a todos»
(21. E. COLOMER, Lenguaje y conocimiento, op, cit., p. 34. Cf. M. ANGLES y M. MAURI, Sobre la esencia del conocimiento, op. cit., p. 87).

También es importantísimo otra consecuencia, no indicada hasta ahora, en el campo de la Teología, ya que esta ontología del conocimiento

«tiene siempre y por modo singular en nuestros días, el carácter de algo decisivo para que pueda la verdad filosófica ser asumida como "fundamento" de la Teología sobrenatural o "doctrina sagrada"»
(22. F. CANAl.:S, Sobre la esencia del conocimiento, op. cit., p. 38).

Es, por tanto, un presupuesto filosófico, que debe ser asumido por la Teología como un instrumento.

Por último, Sobre la esencia del conocimiento tiene otro gran valor, porque confirma las siguientes palabras del papa San Pío X, escritas en el Motu proprio Doctoris Angelici, publicado el 29 de junio de 1914:

«Los principios básicos de la Filosofía de Santo Tomás no deben ser considerados como meramente opinables o discutibles, sino como fundamentos en que se apoyan todos nuestros conocimienltos de lo humano y de lo divino; además de que, una vez rechazados o alterados de cualquier modo esos principios, acabarán finalmente los estudiantes de las disciplinas sagmdas por no entender ni siquiera la terminología empleada por la Iglesia en la proposición de los dogmas de nuestra fe»
(23. PIO X, Motu proprilo Doctoris Angelici, 29-VI-1914, AAS 6, 1914, p. 335).

Advierte seguidamente el Papa, lo que corrobora perfectamente el libro:

«que el separarse de las huellas de Santo Tomás, principalmente en cuestiones de metafísica, no será sin grave detrimento» (24. Ibid., p. 33'6)

EUDALDO FORMENT