La 1ª Guerra Carlista (1833-1840)
HISTORIA DE ESPAÑA
HISTORIA DE NAVARRA

La época de Isabel II (1833-1868). Sus etapas

  1. La Regencia de la Reina Gobernadora M.ª Cristina de Borbón (1833-1840)
  2. La Regencia de Espartero (1840-43)
  3. La Década Moderada (1844-1854): se suceden 13 gobiernos del partido moderado. El general Narváez es el hombre fuerte de la situación.
  4. La Revolución de 1854 y el Bienio Progresista (1854-1856)
  5. El Bienio Moderado (1856-1858): Isabel II, descontenta por haberse visto obligada a firmar la desamortización que la hacía incurrir en la excomunión por la Iglesia, prescinde de los progresistas en cuanto puede y llama a Narváez para que ponga orden y restaure lo alterado en el sistema constitucional y restablezca el Concordato.
    Pero de forma transitoria, para dar el poder, como recambio de los moderados, a O'Donnell al frente de su "nueva" formación, llamada desde 1856 la Unión Liberal, formada por antiguos moderados y progresistas afines entre sí y con el caudillaje de este general.
    En 1857, se crea el Banco de España.
  6. El Gobierno de O'Donnell y de la Unión Liberal continuamente de 1858 a 1863 y en 1865-66 en alternancia con los moderados, (en el poder estos en 1863-1865)
    Desarrollismo en la política interior e intervencionismo en la política exterior, a imitación y a remolque de la Francia del II Imperio de Napoleón III, que en esta época llega a la industrialización, cosa que en España queda en un intento frustrado.
  7. De 1866 a 1868, gobiernan ya sólo los viejos moderados.

    Cada partido liberal, el moderado, el progresista y la Unión Liberal, cuando estaba en el poder, lo monopolizaba mediante el fraude electoral y con la fuerza de sus caudillos militares; y, cuando estaba en la oposición, conspiraba, organizando golpes de estado militares con el sistema del pronunciamiento militar en torno al consabido manifiesto.
    Desde 1849, existía el pequeño Partido Demócrata que propugnaba el sufragio universal. En este partido aparece ya una fracción de republicanos, subdivididos a su vez en unitarios y federales, que se consideran los más revolucionarios.
    Isabel II era totalmente proclive a los moderados, como antes la Reina Gobernadora, María Cristina de Borbón, ahora reina madre. Los caudillos de los demás partidos llegan a la conclusión del destronamiento para derribar a los moderados. El Pacto es en Ostende (Bélgica), porque muchos de esos caudillos estaban en el exilio a raíz del fracaso de sus intentonas golpistas anteriores.

    El Pacto de Ostende (1866) y el destronamiento de Isabel II en la revolución de 1868.

El Pacto de Ostende de 1866 es entre los progresistas, los demócratas y, al año siguiente, tras la muerte de O'Donnell, los unionistas. Y establece como objetivos:

La crisis financiera de 1864-1868, causada por la euforia especulativa del desarrollismo de O'Donnell y por el afán de enriquecerse de las nuevas hornadas de liberales llegados al poder con la revolución de 1854, se agrava extraordinariamente con la crisis de subsistencias de 1868-1871 producida por las malas cosechas de 1867-68.
El hambre subsiguiente se extiende en las clases populares, ya masivamente empobrecidas y despojadas por las desamortizaciones promovidas en beneficio propio por esos liberales. Ya era factible la utilización de los exasperados por la miseria, con las habituales promesas liberales de convertir al Pueblo en Soberano. Ahora se añadirán las promesas de los militares golpistas de 1868 de acabar con el servicio militar ("abajo las quintas") y de suprimir el odioso impuesto que gravaba los productos del campo a la entrada de las ciudades ("abajo los consumos").

La revolución de 1868, "la Gloriosa", según sus artífices. Es una nueva revolución liberal basada en el golpismo militar.

A enorme diferencia del centenario de Isabel la Católica, fallecida en 1504, el centenario de Isabel II, fallecida en 1904, no fue conmemorado en 2004.
Proclamada reina en 1833 en cumplimiento de la decisión más absolutista de Fernando VII, Isabel II fue utilizada por los liberales para desplazar a Carlos V de Borbón y hacerse ellos con el poder. El pacto entre el trono y la revolución la asentó sobre las incómodas bayonetas que impusieron el liberalismo en España. Destronada en 1868, cuando era ya un indecoroso estorbo para los que antes la habían utilizado, el pueblo vio su partida "con indiferencia y sin lástima".