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La Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias y Sor Patrocinio

Javier Paredes, InfoCatólica, 16.12.2015 a las 10:22 AM

Madrid y 13 de agosto de 1831, la Santísima Virgen se aparece a una monja jovencísima de veinte años en el madrileño convento del Caballero de Gracia. La monja se llamaba Sor Patrocinio y mantiene con la Reina del Cielo la siguiente conversación:

- Señora y Reina mía, ¿no veis la España; no veis los males que nos afligen?

- Hija mía, los veo; pero no puede mi amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de mí y retiran las misericordias; y por esto, a esta imagen le darás el título misterioso del Olvido; para darles a entender, que me han olvidado; pero yo que soy vuestra tierna y amorosa madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta imagen mía, que jamás mis misericordias se apartan de ellos.

Y efectivamente, tras manifestarse como una tierna y amorosa madre, la Santísima Virgen le entrega una imagen para que se venere bajo la advocación del la Virgen del Olvido Triunfo y Misericordias. Inmediatamente se envían informes a Roma, y el papa Gregorio XVI autoriza el culto. Los madrileños acuden al convento del Caballero de Gracia y a partir de 1833 aparecen las noticias en El Diario de Avisos de Madrid de los cultos que allí se celebran, porque Madrid se ha convertido en un centro de devoción mariana.

Tales manifestaciones públicas de fe resultan intolerables para el gobierno liberal que impone en España un laicismo sectario, dictado desde las logias masónicas a las que pertenecen los elementos dirigentes de los partidos políticos, que entonces se llaman partido moderado y partido exaltado. Y entre ellos destaca Salustiano Olózaga que propone que su partido deje de llamarse exaltado para denominarse «partido progresista». Así suena mejor; sin duda, Salustiano Olózaga es listo como pocos, pero también malo como un diablo y un cobarde, porque se esconde detrás los fusiles de la Milicia Urbana para satisfacer sus más bajos instintos. El 9 de noviembre de 1836 saca del convento a Sor Patrocinio acusándola de alta traición porque dice que apoya al carlismo en plena guerra civil. En aquellas circunstancias, por menos se fusilaba a la gente, pero Olózaga ni siquiera la traslada a la cárcel, retiene a Sor Patrocinio en una casa de mala fama de la calle de Almudena que regenta Manuela Peirote. Sin embargo, Sor Patrocinio no cede y por gracia extraordinaria no le va a poder tocar ni el borde de su hábito. Y como el sucio deseo incumplido del cobarde se transforma en venganza, Sor Patrocinio es condenada injustamente a un destierro de más de nueve años por no haber hecho nada, la comunidad de Caballero de Gracia al completo es expulsada del convento, el Estado se apropia del edificio y se vende en una subasta.

Son los años de la desamortización de Mendizábal, esa iniciativa política que definió Menéndez Pelayo como «un inmenso latrocinio», a lo que hay que añadir que además fue una gigantesca mentira que se transmite hasta el día de hoy en los siguientes términos: La desamortización fue la puesta en explotación de unos bienes improductivos, de manos muertas, para generar riqueza en España, para lo que fue necesario trasladar la propiedad desde la instituciones clericales a manos particulares… Cuando en realidad fue una medida sectaria para despojar a la Iglesia de su patrimonio y repartírselo entre unos cuantos ricachones sin escrúpulos.

Las disposiciones desamortizadoras eran esencialmente sectarias, de manera que, entre otras, obligaban a los comparadores de los monasterios que en caso de no derribarlos, si mantenían en pie los edificios para destinarlos a otros usos, tenían que echar al suelo las campanas y quitar de las fachadas cualquier elemento religioso que recordara el uso anterior que había tenido ese edificio.

Madrid y septiembre de 1836. Saquean el convento del Caballero de Gracia, arrebatan todas sus pertenencias y el Estado se apropia de la iglesia y del edificio conventuales, 34.027 pies cuadrados que se los entrega a precio de ganga a un francés que se llama Pedro Adolfo Deville en el mes de enero de 1838. Pero Deville solo es un subalterno que, a cambio de unos miles de reales, le da el pase al convento para que se apropien de él los ricos de verdad. Meses después de adquirirlo Deville traspasa la propiedad y es cuando aparece Gaspar Remisa, la mayor fortuna de España junto con la del marqués de Salamanca, que le compra una parte. Cuando el marqués de Remisa hace esta operación ya está entrado en años y le quedan menos de cinco para ir a la tumba, pero para proseguir los negocios ya están dispuestos los maridos de sus dos hijas. La mayor, María Dolores Remisa, está casada con Jesús Muñoz, el hermano de Don Fernando Muñoz, duque de Riánsares y marido de la viuda de Fernando VII, la reina María Cristina, que convirtieron el domicilio conyugal en una gestoría de negocios, prototipo de la corrupción decimonónica. Y la otra hija de Gaspar Remisa, María Concepción, tampoco estaba mal casada, su marido se llamaba Segismundo Moret, que lo fue todo en política: diputado, presidente del Congreso, en diferentes gabinetes ministro de Ultramar, Hacienda, Gobernación, Estado, Fomento, presidente del Consejo de Ministro y masón, uno de los más importantes de los que ha catalogado Ferrer Benimeli.

A la vuelta del primer destierro en 1844, Sor Patrocinio se incorpora a su comunidad que estaba en el convento de la Latina. Seguía siendo abadesa la madre Pilar a la que, tras su muerte en 1849, sucede en el cargo Sor Patrocinio. Pocos años después Sor Patrocinio marcha con diez monjas a fundar a Torrelaguna y la comunidad del Caballero de Gracia sigue su curso, residiendo de convento en convento hasta encontrar la actual morada de la calle de Blasco de Garay de Madrid, y por eso esa comunidad se puede denominar con toda propiedad Comunidad del Caballero de Gracia, ya que su nombre canónico no se usó ni en los documentos notariales ni entre las gentes del pueblo. Se le llamó siempre «Convento del Caballero de Gracia». Y puestos a encontrar una prueba de identificación, ninguna mejor que la del nombre canónico: monasterio de San Jose, de Jesús y María, el mismo que tenía el del convento que derribaron los sectarios en 1838 es el del que se levanta hoy en la calle Blasco de Garay de Madrid. En definitiva, las dos últimas abadesas de las Concepcionistas que residen ahora en la calle Blasco de Garay, las madres Piedad y Gilma, son las sucesoras en el cargo de Sor Patrocinio.

Pero para chasco de los Mendizábal, los Olózaga, los Remisa, los Muñoz o los Moret y sus sucesores ideológicos y enemigos de la Iglesia, que daban por enterrada la devoción a la Virgen del Olvido, resulta que se ha avivado. Nunca se extinguió del todo, pero de ese rescoldo que perduraba desde el derribo del convento en 1838, ha surgido una llama que está poniendo en activo la aparición de la Virgen del Olvido, porque hay quien se niega a desperdiciar tantas gracias como nos trae la Virgen bajo esa advocación tan bella: Olvido, Triunfo y Misericordias. Y en esto están empeñado un buen grupo de madrileños junto con la comunidad del Caballero de Gracia, que reside en la calle Blasco de Garay nº 51-53 de Madrid, donde el próximo martes día 22 de diciembre nos vamos a reunir a las siete de la tarde para rezar el Santo Rosario, asistir a la Santa Misa y cantar la Salve de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias y adorar al Niño Jesús de Sor Patrocinio que custodia la comunidad de Caballero de Gracia, actos de culto en honor de la Virgen a los que podrán asistir cuantos lo deseen. Mis queridos lectores, será un placer saludarnos personalmente y, desde luego, estar esa tarde todos unidos –por presencia o por la comunión de los santos- bajo el manto protector de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias el próximo 22 de diciembre, antevíspera de la Nochebuena.

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En el centro, el primitivo monasterio de San José, Jesús y María de Concepcionistas Franciscanas de la calle Caballero de Gracia,
según la maqueta de Madrid de 1830 de León Gil Palacio que puede verse en el Museo Municipal de Madrid.
(
Carmelo López-Arias / ReL, 20 de enero de 2016).

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Recuperación de una devoción: La Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias

Javier Paredes, InfoCatólica, 10.11.2015 a las 6:47 AM

Forma la tropa en la calle del Caballero de Gracia con el cruce de la calle del Clavel. Hoy no es día de instrucción y por eso llevan munición real, han dejado en el cuartel las balas de fogueo, porque van a asaltar… ¡Un convento de clausura!, el monasterio de las Concepcionistas Franciscanas de la calle Caballero de Gracia, donde reside Sor Patrocinio, una monja de 24 años a la que conoce todo el mundo, porque se le apareció la Virgen en Madrid en 1831.

Madrid y 7 de noviembre de 1835. Se llevan detenida a Sor Patrocinio, porque así lo ha tramado el político del momento, Salustiano Olózaga, líder del partido liberal más sectario al que por iniciativa suya dejan de llamar «partido exaltado» para denominarlo «partido progresista». Así suena mejor; sin duda, Salustiano Olózaga es listo como pocos, pero también malo como un diablo y un cobarde, que se esconde detrás los fusiles de la Milicia Urbana para satisfacer sus más bajos instintos y por eso en lugar de trasladar a Sor Patrocinio a la cárcel, la retiene en una casa de mala fama que regente Manuela Peirote. Pero Sor Patrocinio no cede y por gracia extraordinaria no le va a poder tocar ni el borde de su hábito. Y como el sucio deseo incumplido del cobarde se transforma en venganza, Sor Patrocinio es condenada injustamente a un destierro de más de nueve años por no haber hecho nada.

El suceso se comenta por todo Madrid, porque el convento de la calle Caballero de Gracia es muy popular. Desde que el Papa Gregorio XVI aprobó la aparición de la Virgen a Sor Patrocinio el 13 de agosto de 1831, bajo la advocación de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, los madrileños han respondido a la llamada de la Señora del Cielo y acuden masivamente a implorar su protección. Así es que en marzo de 1836, lo mismo que los sectarios decidieron en las logias los asesinatos de los frailes de 1834 y 1835 en Madrid, Zaragoza, Reus y Barcelona, ahora expulsan de los conventos a todos los religiosos varones y obligan a cerrar los conventos de monjas con menos de veinte profesas y prohíben que en una localidad pueda haber más de un convento de la misma orden.

Y por este motivo, cuando declina el verano de 1836, la abadesa el convento de la calle Caballero de Gracia, la Madre Pilar, se encamina con sus monjas de la calle Caballero de Gracia a la calle Toledo de Madrid, para reunirse con sus hermanas de la misma Orden en el popular convento de La Latina. No se van de mi memoria los inventarios que he visto en los archivos de semejante expolio: «tres ollas, cuatro sartenes, veinte tenedores de hierro, quince cobertores de cama, dos colchones…!» ¡Miserables, las expulsan sin nada y hasta les quitan los dos colchones que tenían reservados para las enfermas, pues las demás no los usan! Y con las concepcionistas salen también los restos mortales de la calle Caballero de Gracia, que reposaban en ese convento desde hacía dos siglos y son trasladados al Oratorio del Caballero de Gracia, donde actualmente se encuentran.

Tras la salida de las monjas, los liberales cubren el convento con esa gran mentira que sostiene que la desamortización de Mendizábal lo que pretendía era poner en circulación unos bienes muertos e improductivos para enjugar la deuda del Estado, hacer propietarios a una gran masa de españoles y crear riqueza. Cuando la verdad fue más simple y más chusca: quitaron a la Iglesia su patrimonio para provecho y beneficio de unos pocos, empezando por el propio Mendizábal que participó en la rapiña y se quedó con una parte importante de uno de los mejores conventos de Madrid. Y con él todos sus cómplices de ese inmenso latrocinio, en palabras de Menéndez Pelayo, que por suerte para su fama solo se ha estudiado hasta ahora con el Boletín de Ventas de Bienes Nacionales, donde no figuran sus nombres. Los nombres de los verdaderos propietarios los hemos descubierto en un archivo importante y espero que de aquí a un año queden todos al descubierto en un próximo libro.

Madrid y septiembre de 1836. Saquean el convento de la calle Caballero de Gracia, arrebatan todas sus pertenencias y el Estado se apropian de la iglesia y del edificio conventuales, 34.027 pies cuadrados y se los entregan a precio de ganga a un francés que se llama Pedro Adolfo Deville en el mes de enero de 1838. Y ahora sí que se cumplen los propósitos antirreligiosos de los sectarios, porque Deville responde por su parte, derriba el convento y entierra bajo los cascotes del convento de Caballero de Gracia la devoción que tantos miles de madrileños tenían a la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias.

A la vuelta del primer destierro en 1844, Sor Patrocinio se incorpora a su comunidad que estaba en el convento de la Latina. Seguía siendo abadesa la madre Pilar a la que, tras su muerte en 1849, sucede en el cargo Sor Patrocinio. Pocos años después Sor Patrocinio marcha con diez monjas a fundar a Torrelaguna y la comunidad de la calle Caballero de Gracia sigue su curso, residiendo de convento en convento hasta encontrar la actual morada de la calle de Blasco de Garay de Madrid, y por eso esa comunidad se puede denominar con toda propiedad Comunidad del Caballero de Gracia, ya que su nombre canónico no se usó ni en los documentos notariales ni entre las gentes del pueblo. Se le llamó siempre «Convento del Caballero de Gracia». Y puestos a encontrar una prueba de identificación, ninguna mejor que la del nombre canónico: monasterio de San José, Jesús y María, el mismo que tenía el convento que derribaron los sectarios en 1838 es el del que se levanta hoy en la calle Blasco de Garay de Madrid. En definitiva, las dos últimas abadesas de las Concepcionistas Franciscanas que residen ahora en la calle Blasco de Garay, las madres Piedad y Gilma, son las sucesoras en el cargo de Sor Patrocinio.

Pero para chasco de los Mendizábal, los Olózaga y sus sucesores ideológicos y enemigos de la Iglesia, que daban por enterrada la devoción a la Virgen del Olvido, resulta que se ha avivado. Nunca se extinguió del todo, pero de ese rescoldo que perduraba desde el derribo del convento en 1838, ha surgido una llama que está poniendo en activo la aparición de la Virgen del Olvido, porque hay quien se niega a desperdiciar tantas gracias como nos trae la Virgen bajo esa advocación tan bella: Olvido, Triunfo y Misericordias. Y en esto están empeñado un buen grupo de madrileños junto con la comunidad de Caballero de Gracia, que reside en la calle Blasco de Garay nº 51-53 de Madrid, donde el próximo viernes día 13 de noviembre nos vamos a reunir a las siete de la tarde para rezar el Santo Rosario, asistir a la Santa Misa y cantar la Salve de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, actos de culto en honor de la Virgen a los que podrán asistir cuantos lo deseen. Mis queridos lectores, será un placer saludarnos personalmente y, desde luego, estar esa tarde todos unidos –por presencia o por la comunión de los santos- bajo el manto protector de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias el próximo 13 noviembre.

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Conchita 12.11.2015

Es en el Convento de las Concepcionistas Franciscanas de Guadalajara donde se venera la imagen que la Virgen entregó a Sor Patrocinio, sí, una imagen bajada directamente del Cielo, no está hecha por ningún imaginero y la llevò Sor Patrocinio con ella a todos los conventos en los que estuvo. Al morir en Guadalajara la imagen se quedó para su veneraciión y culto en este convento de las Concepcionistas.

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Javier Paredes, 14/11/15 7:00 PM

No se puede aprobar el culto de una superchería. Luego si Gregorio XVI aprobó el culto a la Virgen del Olvido es porque, en el examen del informe que se le envió, consideró que era verdadero. Hasta aquí puro razonamiento lógico y a continuación el rigor: En la normas para proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones promulgadas por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota previa. Origen y carácter de estas normas --25-II-1978--, se puede leer:

«Cuando se tenga la certeza de los hechos relativos a una presunta aparición o revelación, le corresponde por oficio a la Autoridad eclesiástica: a) En primer lugar juzgar sobre el hecho según los criterios positivos y negativos. b) Después, en caso de que este examen haya resultado favorable, permitir algunas manifestaciones públicas de culto o devoción y seguir vigilándolas con toda prudencia (lo cual equivale a la formula “por el momento nada obsta” (pro nunc nihil obstat)».

En conclusión si se permite el culto el juicio sobre el hecho por fuerza tiene que ser previo y favorable.

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Las llagas de la monja

InfoCatólica, 16.12.2015

En el libro Las llagas de la monja, publicado en 2016 por Javier Paredes, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, se describe el ambiente familiar y social de la infancia de Sor Patrocinio y sus primeros años como monja, concretamente los que transcurren en el Convento del Caballero de Gracia entre los años de 1829 a 1835. En este libro además de los datos de archivo, ha sido valiosísimo el cuaderno que los superiores franciscanos mandaron escribir a la abadesa de Sor Patrocinio durante esos años en los que cuenta cómo se produjeron los éxtasis, los estigmas, las visiones, los ataques y persecuciones del demonio, las profecías, los milagros y todos los fenómenos extraordinarios que tuvieron lugar en esos años, incluida naturalmente la aparición de la Virgen Santísima el 13 de agosto de 1831, bajo la advocación de la Virgen del Olvido Triunfo y Misericordias.

Lleva el libro una introducción magistral de ochenta páginas, escrita por Eudaldo Forment, catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona, en la que queda claro que a Sor Patrocinio le pasaron las mismas cosas que les han ocurrido a otros grandes santos de la Historia de la Iglesia. Javier Paredes dice que está convencido que esta pieza del profesor Forment, tendrá que añadirse al proceso de beatificación de Sor Patrocinio, que actualmente está en marcha.

Para su investigación, Javier Paredes ha obtenido materiales en los archivos parroquiales y municipales del pueblo donde nació, San Clemente. Y a partir de ese pueblo de La Mancha, sigue un  trabajo de años por el archivo del Convento de Concepcionistas de Guadalajara, el de las Comendadoras de Santiago de Madrid, el archivo diocesano de Ávila, el archivo diocesano de Cuenca, el archivo diocesano de Lugo, el archivo diocesano de Madrid, el archivo diocesano de Orihuela-Alicante, el archivo diocesano de Toledo , el archivo Franciscano Ibero-Oriental, el archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, el archivo General Militar de Segovia, el archivo General de Palacio, el archivo General de la Villa de Madrid, el archivo Histórico Provincial de Cuenca, el Archivo Histórico Nacional, el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, el Archivo Parroquial de La Jara, el Archivo Parroquial de Villar de Olalla (Cuenca), la Biblioteca Nacional y alguno más.

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