Las piedras que curan según enseña santa Hildegarda... ......La medicina de santa Hildegarda....çVida y obra... ...Santa Hildegarda. ..Explicaciones y desarrollos. ....Enseñanzas pontificias.. ......CRISTIANDAD FUTURA...
El Ónice
ReL 28.01.2013
José María Sánchez de Toca y Rafael Renedo Hijarrubia
Ninguno recordábamos exactamente como se
llamba, probablemente María Algo. Tampoco hacía mucha falta,
salvo para dirigirse directamente a ella, porque su aspecto de
muñeca infantil, delgadísima, elegante, conjuntosa y tan
peinada que parecía porcelana la designaba sin problemas: Barbie,
una señora bien que sabe estar y se viste estupendamente (porque
puede, todo hay que decirlo) .
No obstante, dicho ésto y contra lo que parece espontáneo
suponer, Barbie no es idiota sino una gran mujer sincera, sin
dobleces, aguda, comprensiva, inteligente y con unas reacciones
de la mejor calidad. Una joya.
Lo que pasa es que nadie es perfecto. Barbie no se da chutes ni
fuma ni se atiborra a pastillas, pero vivía en permanente estado
de ansiedad. Nunca hemos tenido suficiente confianza para
preguntar por qué, pero la ansiedad es terrible y se manifiesta
en síntomas físicos. Buena parte de esa silueta evanescente de
Barbie se debe probablemente a lo delgada que está de pura
ansiedad.
Cuando empezamos con el libro de las piedras, Barbie nos pidió
algo para la ansiedad, y a bote pronto respondimos que no como
niños, cuando lo que debíamos haber dicho es que no lo
sabíamos. La verdad es Santa Hildegarda no habla de ansiedad
para nada, sino de Angst, palabra que se parece mucho pero que
solo es la forma alemana de decir miedo. Pero la ansiedad de
nuestras compatriotas no es miedo, sino otra cosa diferente, y
mucho peor, más mordaz y a la vez más sutil.
Más adelante, y a medida que fuimos internándonos en este mundo
de piedras, la dimos un ágata y una calcedonia para que probara,
que Barbie se apresuró a ponerse dentro del suje en contacto con
la piel. Dos semanas después nos dijo que aquello ni fu ni fa, y
que seguía con su angustia.
Pero entretanto ya habíamos reparado en que Santa Hildegarda
dice que el que está oprimido por la tristeza, lo mire fijamente
y se lo ponga enseguida en la boca, y cesará la opresión de su
mente, y esta opresión de la mente es una de las
características típicas y más desagradables de la ansiedad.
Barbie se lo puso, y menos mal que nos interesamos a la vuelta
del verano, porque a ella no se le había ocurrido decirnos cómo
le iba: su ansiedad había desaparecido y estaba tan contenta.
Santa Hildegarda dice que el ónice tiene gran poder contra las
enfermedades que "nacen" del aire; aclara los ojos que
por cualquier razón se han enturbiado; quita el dolor de costado
y de corazón; purga y sana el estómago; sana el bazo, quita
suavemente la fiebre y (aunque ésto no va a necesitarlo la
mayoría de los lectores) mejora los bueyes aquejados de epidemia.
El Dr Strehlow ("Die Edelstein Heilkunde...) lo recomienda
para los ojos azules sensibles, las anginas de pecho
desencadenadas por bruscos cambios de tiempo, todas las dolencias
estomacales y del bazo, fiebres y depresión, y aporta un caso
clínico interesante: "Sobre todo en invierno y con las
primeras nieves me duele el corazón, dolor que me baja por el
brazo y me preocupa, para lo cual siempre tengo preparado caldo
de gallina y vino de ónice. Llevo además un collar de ónice
que me quita la tristeza; el collar negro sienta muy bien a mi
piel blanca y neutraliza mi miedo y mis pensamientos negativos...".
Hoy llamamos generalmente ónice al cuarzo negro microcristalino
que presenta bandas blancas, pero no siempre ha sido así. Según
Gienger, en el pasado llamaban ónice a lo que hoy llamamos
ágata (cuarzo de bandas concéntricas); y para complicar más el
asunto, todavía hoy se llama ónice a cierto tipo de mármol
jaspeado, a manchas, que es un género de piedra absolutamente
distinto que está compuesto de calcita. Por otra parte, un
ónice sin bandas blancas, solamente negro, podría confundirse
con el azabache, pero no si ambos están juntos, porque el ónice
tiene más brillo, y el azabache un negro más macizo.
Pero en lo que se refiere a curar, podemos tener razonable
seguridad en que el ónice negro funciona bien en caso de
ansiedad. Que no es poco.
José María Sánchez de Toca y Rafael Renedo Hijarrubia
(Más sobre piedras en Santa Hildegarda de Bingen, "El Libro
de las Piedras que curan", Libros Libres, 2012; y en el
Libro Cuarto de la Physica de Santa Hildegarda, www.hildegardiana.es)