........Santa Hildegarda de Bingen amonesta al Papa.....La medicina de santa Hildegarda....çVida y obra.....Santa Hildegarda.......CRISTIANDAD FUTURA.
Hay visiones mezcladas con errores y con ideas preconcebidas
ReL 31.01.2013 http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27373
En los años 70, el padre Felix Bourdier
publicó en francés una guía de criterios sobre fenómenos
extraordinarios en la vida de fe, recordando que "los
errores son posibles y reales. Afloran menos frecuentemente en
los casos de santos que en la gente ordinaria que no están muy
avanzados en la virtud; pero la gente debería saber que los
errores pueden suceder aún con los santos. El Padre Poulain
nombra a 32 santos que fueron engañados, en las páginas 355 y
356 en su Tratado sobre las Gracias de la oración".
Recogemos aquí algunas de las consideraciones del padre Bourdier
sobre visiones, revelaciones y mensajes divinos o celestiales.
1. Cinco causas de errores
(a) Una revelación puede a veces ser
interpretada incorrectamente por la persona que la recibe, porque
es oscura, ya sea porque Dios no la hace completamente
conocida, o a causa de las condiciones en las que está implicada
en la profecía o la revelación (Ver San Juan de la Cruz,
Ascensión, Libro 2, cap. 19). Tal fue el caso con San Pedro,
quien al escuchar una voz que le decía tres veces:
levántate, mata y come, (Hech 10:13), pensó que era
cuestión de su comida y no una orden para bautizar a los paganos.
(b) Cuando las visiones representan escenas históricas,
muy a menudo lo que representan es solamente aproximado y
probable. Por lo tanto, uno se equivocaría al
atribuirles una exactitud absoluta, pero Dios no nos engaña
cuando Él modifica ciertos detalles. Él hace esto por una
razón, a saber, para que comprendamos mejor el pensamiento
secreto que ha ocultado en el misterio.
En efecto, ha habido revelaciones, hechas a personas santas y
aprobadas por la Iglesia, que se contradicen una con otra. Esto
demuestra la falta de prudencia que es el intentar
reconstruir la historia por medio de las revelaciones
hechas a los santos.
(c) Puede ocurrir que durante una visión, el espíritu
humano mantenga su poder de mezclar su propia acción en cierto
modo con la acción divina; en tales ocasiones será
autoengaño atribuirle puramente a Dios el conocimiento que es
así obtenido. En una ocasión será el poder de invención el
que está en juego, y en otras serán hechos o imágenes
recogidas de la memoria.
Aún aquellos que a menudo tienen verdaderas revelaciones
pueden volverse negligentes en el cuidado del discernimiento
y de allí que puedan transmitir una profecía falsa.
Además, los videntes a menudo son llevados a atribuir falsamente
a la influencia divina, durante el éxtasis o los momentos de
intensa unión con Dios, aquellas ideas que tienen que ver con
sus propios deseos e ideas preconcebidas en
cuestiones de doctrina y de historia. La actividad del propio
espíritu de los videntes es una de las principales causas de
error. Encontramos ejemplos de visiones llenas de errores
históricos en los casos de Santa Isabel de Schoenau, el Beato
Hermann Josef, Santa Hildegarda, Santa Catalina de Ricci y María
de Ágreda, etc.
(d) Puede ocurrir que una revelación verdadera pueda ser
involuntariamente alterada, luego del acontecimiento, por el
mismo vidente; este peligro es muy grande cuando la
revelación escrita es muy larga, y, sin embargo, fue recibido en
un modo casi instantáneo. En tales casos no es excesivo decir
que no sólo no fueron dadas todas las palabras por la
revelación sino que como el pensamiento en la revelación no fue
detallado, el vidente, por sí mismo, lo desarrolló
posteriormente.
(e) Es también muy posible que secretarios alteren el
texto, sin mala intención, y en buena fe inserten sus
propias elecciones de expresión en él.
2. Las cinco causas de la falsedad de un mensaje
Es posible que un mensaje no sólo contenga errores por
las cinco causas que hemos listado arriba sino que también puede
ser falso en sí mismo por las siguientes causas:
(a) Puede ocurrir que la persona que dice que ha recibido
revelaciones sea un mentiroso y lo haga de mala fe.
(b) Una persona puede inventar cosas en buena fe, o como
resultado de una ilusión, o proviniendo de un cierto desorden de
la memoria que consiste en creer y recordar ciertos
hechos aún cuando tales hechos nunca han ocurrido.
(c) Una persona puede ser engañada por su propia
imaginación o por su propio espíritu si ellos son muy
vívidos.
(d) El demonio puede dar revelaciones o visiones falsas,
como en el caso de Nicolás de Rheims en el siglo XVII. También
puede el demonio producir una alineación de los sentidos de la
persona en un intento de fraguar un éxtasis divino. Pero este
caso es extremadamente raro y casi no conocido y ciertos ejemplos
pueden ser citados.
(e) Una revelación puede ser la invención de
fraguadores. Las profecías políticas a menudo pueden ser obra
de ellos, estando motivados por intereses políticos o
de dinero, o por el deseo de mofarse del público. Tales
profecías abundan en épocas de revueltas políticas o
religiosas.
Una característica sospechosa, que es notable en las modernas
profecías políticas, es que nunca instan a las personas a
luchar contra la perversión y no indican ningún medio serio
para resistirlos; en cambio dicen que el mundo cambiará de
improviso, por un milagro, sin una anterior conversión de
corazón y moral.
Vamos a estudiar qué acciones deben tomarse.
3. Estudiar si la persona da signos divinos
Esto significa que es necesario examinar si el vidente
está absolutamente seguro de la naturaleza sobrenatural de sus
revelaciones, y si él o ella obra milagros o da profecías.
Si la respuesta es afirmativa las revelaciones vienen de Dios y
no del maligno o la naturaleza. Veremos abajo si la
estigmatización puede ser un signo divino.
Pero las revelaciones van en realidad raramente
acompañadas por tales signos divinos decisivos; por lo
tanto es necesario llegar a un juicio siguiendo las reglas de
prudencia, y luego de analizar las razones a favor y en contra.
Para hacer esto, uno debe estudiar al individuo, la
razón de ser de las revelaciones y sus circunstancias
concomitantes, y los efectos de la revelación.
Algunas personas proponen que debería probarse que ni el
demonio ni nuestras ideas personales han tenido influencia en la
acción de Dios, pero este procedimiento sólo difiere
del anterior que hemos esbozado en el modo en que se clasifica la
información y en que se sacan las conclusiones.
4. Estudiar a la misma persona
(a) En primer lugar, ¿cuáles son sus cualidades y
defectos? ¿Es la persona sincera, desde el punto de vista
físico, intelectual y moral? ¿Está mentalmente equilibrada?
¿Dotada de sano juicio? ¿Exagera o inventa? Está debilitada
por enfermedad, vigilias o ayunos?
Si las respuestas son favorables es probable que no exista razón
para temer las principales causas de error.
(b) ¿Qué tipo de instrucción ha recibido esta persona? ¿Qué
lecturas ha hecho? Es necesario asegurarse que el conocimiento
que se dice ha sido revelado, no haya sido extraído de libros o
conversaciones de teólogos, como fue el caso de Santa
Hildegarda [???].
(c) ¿Qué progreso ha hecho la persona en virtud desde
las revelaciones? El punto más importante a saber es si
la persona ha progresado mucho, luego de las revelaciones; si es
así, entonces hay una gran probabilidad a favor de lo
sobrenatural; de lo contrario, las revelaciones deben ser
consideradas como sospechosas.
El demonio no puede llevar a las almas a practicar
virtudes sólidas de una manera verdadera y duradera.
Por engaño él puede fingir alentarlos por un tiempo pero
terminará en exageraciones y peculiaridades; bajo su influencia,
las penitencias serán incrementadas hasta el punto de arruinarle
la salud, y serán acompañados de desobediencia; la pureza de
conciencia degenerará en escrúpulos, la humildad en desaliento;
el celo se volverá indiscreto, y seducirá al alma sacándola
del estado presente y la lanzará a aventuras que terminarán en
un callejón sin salida.
(d) ¿Ha hecho la persona predicciones y todas han sido
claramente expresadas y hechas realidad sin tener que invocar a
sutilezas de interpretación? Cuando una sola predicción aislada
se ha hecho realidad, existe una sola probabilidad de que es
divina ya que pudo haber sido lanzada al azar, y el
demonio puede conjeturar muchos eventos futuros a la luz del
patrón usual marcado por las voluntades divinas y
humanas en circunstancias similares.
Si las profecías no se cumplen y no hay serias razones para
creer que son condicionales, se presumirá que no son divinas.
y si dices en tu corazón:¿cómo reconoceremos la palabra
que no ha dicho Yahvé? Si el profeta habla en nombre de
Yahvé, y no sucede ni se cumple la palabra, es que Yahvé no ha
dicho tal palabra; el profeta lo ha dicho por
presunción; no le tengas miedo (Dt 18:21-22).
(e) ¿Qué gracias extraordinarias de unión con Dios cree esta
persona que recibió previamente y cuál es su juicio acerca de
ellas? Aparte de los casos excepcionales, estas gracias son sólo
concedidas cuando la persona está avanzada en la maneras de orar.
(f) ¿Le han sido enviadas grandes pruebas antes o después de
las revelaciones? Por ejemplo, enfermedad, contradicciones,
fracaso, y retrasos en llevar a cabo ciertos emprendimientos en
los cuales la persona tenía puesto su corazón. Si la respuesta
es afirmativa, es un buen signo porque la vida de los santos
está llena de estas pruebas, y es imposible que las
gracias extraordinarias no sean acompañadas por cruces;
son una marca de la amistad con Dios. Si no hay cruces, la
revelación es sospechosa.
La prueba más común de estos favores extraordinarios es que la
gente, si escucha acerca de ellos, adopta una actitud escéptica
u hostil. Las críticas y dudas son una excelente
ocasión de prueba para juzgar la humildad del vidente, su
paciencia y su confianza.
(g) ¿Ha tomado la persona las tres precauciones indispensables
para evitar ilusiones? A saber: el miedo a ser engañado,
apertura a un director espiritual y no haber deseado las
revelaciones.
Está claro que creerse preservado de las ilusiones es justo la
disposición necesaria para tenerlas. Asimismo, no estar
dispuesto a estar abierto y considerarse un buen juez en la
materia es favorable a las trampas del enemigo, quien no quiere
que se le descubran sus trampas. Finalmente, una revelación
debería ser generalmente considerada como sospechosa si ha sido
deseada.
5. El estudio de la revelación en sí
(a) ¿Es el texto verdaderamente auténtico? ¿O
ha habido algunas correcciones o aún supresiones de ciertas
expresiones y de ciertos pasajes, como inexactos u oscuros?
(b) ¿Concuerda totalmente la revelación con el dogma
y con las enseñanzas del la Iglesia, así como también con las
afirmaciones ciertas de la historia y de la ciencia?
Yo no considero una revelación como verdadera a menos que
no haya absolutamente nada en contra de la Sagrada Escritura y de
las leyes de la Iglesia que estamos obligados a seguir,
dice santa Teresa en su "Vida" (cap. 32, pág. 354).
(c) ¿Contiene alguna enseñanza o es acompañado de
alguna acción contraria a la decencia o a la moral? San
Juan de la Cruz dijo: Una de las trampas del mal espíritu
es divulgar los pecados de otro con tanta falsedad como aparente
luz. Su fin es difamatorio.
(d) ¿Es la revelación útil bajo el punto de vista de
la salvación eterna? Se puede estar seguro de que las
revelaciones no son de origen divino cuando el objetivo es
simplemente hacer conocer temas vulgares que no tienen utilidad
alguna para el bien de las almas. Dios no dará lugar a una
revelación para satisfacer la curiosidad, sino sólo por un
motivo grave.
Por lo tanto, y a pesar de sus escenarios aparentemente
religiosos, se debe tener como cuenteras aquellas personas que,
en el nombre de algún espíritu celeste, están prontas a
responder cualquier consulta que se les haga a cualquier hora y
en cualquier lugar, sobre temas tales como nacimientos,
casamientos, juicios, enfermedades y resultados de
acontecimientos políticos.
Una revelación también debería considerarse sospechosa
cuando su único fin es aclarar una cuestión disputada de
teología, historia o astronomía. Debería comprenderse
claramente que la salvación eterna es lo único importante a la
vista de Dios. San Juan de la Cruz dice que por el resto,
su intención es que los hombres recurran a medios humanos
(Ascenso, Libro 2, cap. 22).
La revelación debería también considerarse sospechosa si,
aunque muy buena, es lugar común y puede ser encontrada en
libros de ascética. En tal caso es probable que el vidente, sin
darse cuenta, esté repitiendo lo que ha aprendido en su lectura,
o aún está siendo abusado por el demonio, que quiere ganar su
confianza para conducirlo en una de sus audaces trampas.
Si las revelaciones o las visiones son muy numerosas, esta
circunstancia, tomada en sí misma, no es signo desfavorable,
porque considerarla desfavorable sería condenar a un montón de
santos.
Por otra parte, si las revelaciones son largas y numerosas y no
contienen nada falso, deshonesto o fútil, puede concluirse, con
probabilidad, que no vienen del demonio, porque de otro modo él
estaría fracasando en su objetivo ya que no es posible que el
demonio se oculte por mucho tiempo.
(e) Cuando las actitudes, gestos, palabras y circunstancias que
acompañan a la visión son examinados en detalle, aún en el
caso de personas que son muy razonables y de buena educación
¿es la revelación conforme a aquella dignidad y seriedad que es
apropiada a la Divina Majestad, o contrariamente está
caracterizada por peculiaridades, comportamiento grotesco,
convulsiones, ...?
Muchos autores aseguran que el demonio nunca tendría permiso
para tomar la forma de una paloma o de un cordero en sus
apariciones porque estos son los símbolos del Espíritu Santo y
de Cristo. Pero esta doble aserción está contradicha por los
hechos. Así, santa Francisca Romana vio un día al
demonio que tomaba la forma de un cordero, el cual se
llegó hasta ella y se echó suavemente a los pies de la santa;
ella lo reconoció y el demonio se transformó en un lobo furioso.
En otra ocasión vio siete demonios que aparecieron como siete
corderos blancos, declarando que simbolizaban los siete dones del
Espíritu Santo; pero nuevamente los reconoció y se cambiaron en
lobos intentando atacarla.
La celebrada Magdalena de la Cruz, que obró prodigios por medio
de la acción del espíritu del mal, un día vio al diablo
aparecérsele en la forma de una paloma.
(f) Durante y después de la revelación, ¿qué paz o
qué inquietud experimenta la persona? Éste es uno de
los más importantes medios de discernimiento. Con personas de
buena voluntad la acción del buen espíritu se caracteriza por
dar paz, gozo, seguridad y valor, excepto, quizás, en el primer
instante.
La acción del demonio, por lo contrario, produce efectos
diametralmente opuestos: cuando actúa sobre personas de buena
voluntad produce, excepto, quizás, en el primer instante,
inquietud, tristeza, desaliento, agitación y oscuridad.
Por consiguiente, se sigue que el estado de paz o de falta de
ella de la persona da un medio incuestionable para distinguir las
verdaderas revelaciones de las falsas, cuando una de estas
características está bien definida.
Sin embargo, hay que considerar también la acción del propio
espíritu: es posible que este espíritu pueda introducirse en
una revelación cuando tiene lugar durante un período de
profundo recogimiento y de gran paz que viene de Dios.
Consecuentemente, el sentido de paz no es suficiente por sí
mismo, para probar que todo es divino; sólo lo hace probable.
(g) ¿Conmina la revelación a empresas específicas como
una nueva devoción, la construcción de un santuario,
la creación de una obra para la que no hay suficientes recursos,
una nueva congregación?
Si éste es el caso, la obra debería ser examinada para ver si
es buena en sí misma, en conformidad con el pensar de la Iglesia;
útil, y de una utilidad que explique la necesidad para que se
haya usado un medio tan excepcional como una revelación;
oportuna, es decir, si responde a una nueva necesidad, y si puede
causar daño a cualquier otra obra que sería mejor apoyar.
A este respecto, el Cardenal Pitra ha dicho: Está
totalmente permitido desechar tales revelaciones, aún si han
sido aprobadas [???], cuando se hace por razones
sólidas y cuando sobre toda la doctrina contraria está
establecida por documentos y experiencia incuestionable.
Se debería advertir que las revelaciones de mujeres son
probablemente falsas cuando, a través de este medio, buscan
dirigir a clérigos y jerarcas y enseñarles cuando hablan sobre
autoridad.
(h) Finalmente, ¿han sido las revelaciones expuestas a
la prueba del tiempo y de discusión? Sin esta
condición ninguna revelación puede ser considerada como fuera
de cuestión, a pesar que no haya recibido ningún juicio
desfavorable.
6. ¿Es la estigmatización un signo divino?
La respuesta debe ser afirmativa si los estigmas son
duraderos, incorruptibles y sin supuración o infección; si no
pueden ser curados con medicación y apósitos, aún cuando a
veces sanan; si sangran abundantemente y periódicamente a las
horas, días o fiestas litúrgicas de la Pasión de Cristo; si
son producidas en personas de virtudes heroicas; y si muestran
todas las características de su origen sobrenatural cuando sus
efectos y distintas circunstancias son examinados.
Pero la respuesta podría ser negativa si las heridas no poseen
las garantías arriba enumeradas; porque la autosugestión, el
fraude y el demonio pueden a veces producir heridas que son
aparentemente y superficialmente similares a un verdadero estigma.
Sin embargo, tales casos son muy raros y no soportan un examen
crítico y el paso del tiempo, que resulta en ser rápidamente
desenmascarados y condenados.
La cuestión fue tratada en el Congreso de Avon del 17 al 19 de
abril de 1936, y sus discusiones y conclusiones fueron informadas
en la entrega de Octubre de 1936 de Carmelite Studies.
Fue también excelentemente resumido en el segundo volumen del P.
Garrigou Lagrange, Los Tres Caminos de la Vida Espiritual,
de la página 775 y siguientes (de la edición inglesa).
Finalmente, debería advertirse que la gran mayoría de teólogos,
psicólogos y doctores, concuerdan todos en la opinión arriba
expuesta, y no aceptan argumentos insubstanciales de los pocos
doctores que mantienen que es posible producir estigmas por
autosugestión.
7. Estudiar los efectos producidos por la revelación
En el volumen II de su trabajo, Los tres edades de la
vida espiritual (pp. 325, 796- 798), el Padre Garrigou Lagrange
da unas pocas y buenas indicaciones sobre cómo uno debería
examinar la cuestión. En la práctica es suficiente formular una
sola pregunta:
Sí o no, ¿la revelación ha producido buenos frutos de
gracia?
(a) El principio de discernimiento es dado en los Evangelios.
Nuestro Señor dice:
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus
frutos los conoceréis. ¿acaso se recogen uvas de los espinos o
higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos,
pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede
producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos (Mt
7:15-18).
A la luz de este principio, que el árbol debería ser
juzgado por su fruto, podemos juzgar qué espíritu mueve
al alma favorecida. Uno debe mirar los resultados de su
influencia y compararlos con lo que el Evangelio nos dice sobre
las principales virtudes cristianas; si estas virtudes
son incrementadas, es un signo de que es un buen espíritu, sobre
todo si estos frutos están perdurando; aquellos,
ciertamente, quienes están animados por una mala intención no
pueden permanecer escondidos por mucho tiempo.
(b) Los verdaderos místicos y los extáticos también producen
frutos.
Con ellos, siguiendo las revelaciones u otros fenómenos , hay
siempre un desarrollo en su comprensión de los temas divinos,
los que tienen que ver con la vida interior, la vida de la
Iglesia, y de todo lo que atañe a la salvación o pérdida de
las almas; hay también un constante incremento en el amor hacia
Dios, y una devoción al prójimo que se evidencia en los
trabajos que hacen y que finalizan exitosamente.
Sus fundaciones perduran con frecuencia por siglos;
tal fue el caso de San Francisco de Asís, Santa Teresa, y Santa
Catalina de Siena quien a pesar de morirse a los 32 años, y de
no saber leer ni escribir, no obstante, por un largo tiempo,
jugó uno de los papeles más importantes en los asuntos de su
tiempo, en particular al proteger el regreso del Papa a Roma.
Con los místicos verdaderos hay una idea dominante que se
subordina a las otras, en perfecta armonía con ellas como por
ejemplo: el pensamiento de la naturaleza del Todopoderoso y de Su
amor, el deseo de responder a Su amor por encima de todo, la
pasión por la salvación de las almas, la búsqueda de la unión
divina, etc.
En La Psicología de los Místicos, Montmorand, quien es
un no creyente, escribe en las páginas 20 y 21:
Los verdaderos místicos son personas prácticas de
acción, no personas de razonamiento y teoría. Saben
cómo organizar, y tienen el don de mando. Son muy capaces en
resolver asuntos. Las obras que fundaron han sido viables y
duraderas; la coronación de su obra maestra parecería tener
buen sentido, un buen sentido que no es perturbado por
ninguna exaltación mórbida o imaginación desordenada,
y la cual es acompañada por una muy rara fuerza de
penetración.
(c) Así es cómo el mismo autor describe los frutos de los
falsificadores y especialmente de los histéricos: con
los falsificadores e histéricos en particular, la inestabilidad
se incrementa o crece, y con ella el disimulo y la
mentira. Finalmente, se vuelven completamente dominados por una
sensibilidad caprichosa".
Trabajos de Referencia
Además de los trabajados ya mencionados en el texto, el
autor también enumera las siguientes autoridades que el lector
puede consultar sobre el tema. Algunos de ellos, sin embargo
pueden estar disponibles en francés.
En primer lugar, hay tratados detallados del Padre Scaramelli;
páginas 311 a 418 del libro Gracias de la oración del
Padre Poulain (Graces d´Oraison); y las lecciones 24 y
25 del libro Teología Espiritual del Padre Guibert.
Existen también más estudios condensados en Dictionnaire du
Catholicisme, cols. 874 to 877; páginas 321 a 328 del libro
Iniciación de los Ejercicios del Padre Albert Valensin; y los
números 953 al 957 y 1281 a 1285 del Manual de monseñor
Tanquerey. Finalmente hay excelentes reglas de San Ignacio
en sus Ejercicios y aquellos contenidos en la Imitación de
Cristo, libro 3, capítulos 54 y 55.