.Santa Hildegarda de Bingen amonesta al Papa..Hay visiones mezcladas con errores y con ideas preconcebidas... La medicina de santa Hildegarda....çVida y obra.....Santa Hildegarda.......CRISTIANDAD FUTURA.
Los últimos tiempos según Santa Hildegarda: tras la aniquilación del anticristo habrá un periodo de esplendor de la Iglesia
18 diciembre 2012
José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia
Hay quienes andan inquietos por el fin del
calendario de los mayas (que, dicho sea de paso, no se habían
enterado que el año tiene 365 días y pico y no 360 como creían)
y no son pocos los que miran con aprensión lo que pueda
depararnos el futuro.
Existe la sensación generalizada de que las cosas no marchan
bien -sensación que siempre se detecta en vísperas de grandes
acontecimientos- y no faltan quienes, aun sin hacer caso de los
antiguos astrónomos de taparrabo, temen que las cosas todavía
puedan ir mucho peor. El fenómeno es palpable, universal y tiene
causas objetivas: A pesar del cloroformo que imparte la
televisión, de vez en cuando se filtran noticias como
aquella de la NASA, que el año pasado exigió a sus empleados
que tuvieran prevista y ensayada la ruta de escape para
emergencias, o la construcción de refugios (masivos, pero para
la élite) en Moscú o las Montañas Rocosas; y la denuncia
reiterada pero imposible de comprobar, de que se estén
habilitando grandes campos de refugiados o de concentración en
los Estados Unidos.
Dicho esto, seguramente no estará de más asomarse a lo que dice
la nueva Doctora de la Iglesia, Santa Hildegarda, sobre este
asunto que ella llama día postrero, último día, últimos días,
últimos tiempos, fin de los tiempos, eclipse del mundo, fin del
mundo, y varios nombres más, no sabemos si todos con idéntico
significado.
Todas las obras de Santa Hildegarda son proféticas en el sentido
de que no son suyas, sino reveladas por el Espíritu Santo,
"la Luz Viva o Luz Indeficiente". Pero es que además,
sus tres grandes obras teológicas se ocupan de cosas que iban a
ocurrir largo tiempo después, es decir, lo que generalmente
llamamos profecías.
Dos de sus tres grandes libros teológicos (Scivias y Obras
Divinas) contienen partes sobre el futuro de la Historia de la
Iglesia, de la Humanidad y del mundo hasta una situación estable
en la que ya "no habrá noche y no se moverán el sol, la
luna ni las estrellas", y explican abundantemente lo que iba
a pasar desde la época en que se dictaron estos libros hasta
nuestros días y aún más allá.
Estas dos obras teológicas de Santa Hildegarda se ocupan de la
Historia del género humano y de sus interacciones con el
Universo, y ofrecen un panorama completo que incluye la Creación,
el desarrollo de la Humanidad y de la Iglesia y los Últimos
Días. Y no es que le dedicaran mucho espacio, antes bien, parece
cuidadosamente medido: De las 26 visiones del Scivias
("Conoce los caminos"), que es un manual de lo que debe
saber el cristiano, solo dos se ocupan de los Últimos Días (la undécima
visión, "Venida del Impío y plenitud de los
tiempos", y la duodécima visión,
"Siega y vendimia de las naciones").
En conjunto, ambas suponen algo menos del 6% del total del
Scivias.
Por otra parte, del Libro de las Obras Divinas,
último que le dictaron, y que se centra en las interacciones
entre los seres humanos y el Universo, solo la última de sus
diez visiones está dedicada a ello. Esta visión, que ocupa el
13% del texto, coincide y es coordinable con las del Scivias,
pero como es más amplia, contiene datos que permiten situar en
el tiempo las épocas ya transcurridas profetizadas en el Scivias.
Finalmente, el Libro de los Merecimientos, la
otra obra teológica de Santa Hildegarda, que le dictó la Luz
entre el Scivias y el libro de las Obras Divinas, obra que ha
permanecido ignorada hasta nuestros días, también es profética.
A reserva de estudios más detenidos, parece que además de un
espectro completo de psicoterapia individual, podría contener
saludables advertencias colectivas desde el punto de vista divino.
La obra puede entenderse como una descripción de la Humanidad
actual que muestra los principales "vicios" (quiebras)
del espíritu humano en cada parte del mundo y en el conjunto de
la Humanidad, así como un anuncio del porvenir que nos espera.
Como el libro ha permanecido oculto 850 años, es evidente que su
contenido profético no estaba destinado a un pasado que ya es
irremediable, sino que es un diagnóstico para el mundo
de nuestros días, con serios avisos para las cuatro
partes del mundo.
En estos libros le dictaron a Santa Hildegarda un porvenir que ya
se ha cumplido en parte en los siglos que han transcurrido desde
entonces. En apretada síntesis y a grandes rasgos, se le dijo
que a su época (la querella de las investiduras), la seguirían
en Occidente otras cuatro antes de llegar a:
"el tiempo de la rapiña en que los hombres voraces arrebatarán para sí el poder y la riqueza; los veréis irrumpir en los saqueos bajo la piel grisácea, ni negra ni blanca, de sus astucias, y, desmembrando las cabezas de estos reinos, las derrocarán. Ay, porque entonces llegará el tiempo de la tribulación: muchas almas serán apresadas cuando el error del error se alce del infierno al Cielo".
(Scivias, 11,6).
En esta época se manifestará el Hijo de la
Perdición que seducirá a muchos y martirizará a los fieles que
se le opongan. Dios enviará a la Tierra a Elías y Enoc para que
den testimonio. El Anticristo los hará crucificar, pero Dios los
resucitará. Entonces el Anticristo pretenderá ascender al Cielo
ante sus seguidores y será fulminado. Sobrevendrá un
período en el que la Iglesia brillará y retornarán a ella
muchos que la habían abandonado.
Aquí termina la undécima visión del Scivias, pero esto
no será el final del mundo, porque tanto la siguiente
visión (12ª) del Scivias, como la visión final del Libro de
las Obras Divinas presentan la secuencia del fin del mundo y el
Juicio Final.
Se nos dice que habrá un intervalo de duración
desconocida entre la muerte del Anticristo y los cataclismos del
Juicio Final. Por otra parte, lo que condiciona la
llegada del fin del mundo es el martirio de los fieles:
"en el último día, cuando se complete el número de los elegidos, también la Iglesia estará completa. Entonces, ese día sobrevendrá el cataclismo del fin del mundo y Yo, el Señor, purificaré los cuatro elementos y lo mortal de la carne humana," (Scivias, 11,22)
En vida de Santa Hildegarda todavía faltaba mucho para ese momento:
"de este ciclo de los tiempos aún tenéis por delante largos años de vuestro caminar, oh hombres, antes de que venga el homicida que querrá envilecer la fe católica." (Scivias 11,23)
Ahora bien, a Santa Hildegarda se le dijo expresamente que el cristiano no debe investigar el intervalo entre la muerte del Anticristo y el Juicio Final:
"No es la sazón ni el momento de que sepáis qué ocurrirá entonces, [...] sólo lo sabe el Padre, que también tiene ésto bajo su potestad. Sobre [...] el transcurso de los tiempos del mundo nada más sabrás, oh hombre." (Ibidem)
En fin, un tema largo y sustancioso que
procuraremos continuar en sucesivas entregas.
José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia
(El texto de las visiones puede consultarse en www.hildegardiana.es, donde figura el texto completo del Libro de
Merecimientos y de la última visión del Libro de las Obras
Divinas, así como fragmentos de las visiones 11ª y 12ª del
Scivias)
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La Luz Viva anuncia según santa Hildegarda que tras la muerte del Anticristo la Iglesia tendrá una época de esplendor de duración desconocida
ReL 14.01.2013
José María Sánchez de Toca y Rafael Renedo Hijarrubia
El libro Scivias, "Conoce tus caminos",
que es lo que la Luz Viva quiere que sepa el cristiano, despacha
en 510 palabras todos los años que han transcurrido desde
1151 hasta nuestros días, mientras que a la etapa
siguiente, los años del Hijo de la Perdición, una etapa que a
escala histórica necesariamente tiene que ser breve y como
máximo la mitad de la vida de un hombre, le dedica diez veces
más, 5.161 palabras.
Más sorprendente aún es que cuando veinte años después, la
Luz Viva amplió en el Libro de las Obras Divinas
ambas etapas, las Cinco Cruentas Edades de los Reinos,
y la del Anticristo, pero sin decir nada de la Segunda
Venida de Cristo y el Juicio Final, de la que solo
habló en la Visión 12ª del Scivias.
Ahora bien, entre la muerte del Anticristo y el
Juicio Final, la Luz Viva dice cosas que permiten pensar que todavía
habrá una etapa, un tiempo en el que será
posible la conversión. Es verdad que a sus breves
alusiones une algunas explicaciones sobre el Tiempo y, sobre todo,
la prohibición de escudriñar el más allá, ya sea Tiempo o la
Eternidad. No quisiéramos traspasar esa prohibición (que quizá
fuera solo para entonces, pero que tal vez es para siempre) al
presentar la etapa intermedia y esas advertencias temporales,
conscientes de que un resumen de palabras divinas necesariamente
va a dejar fuera elementos importantísimos que solo se
captarían en una lectura completa
Según el Libro de las Obras Divinas, la
desastrada muerte del Anticristo habrá provocado "terror
tan grande en quienes vean y oigan estos acontecimientos, que se
convertirán a la verdadera fe del bautismo renunciando
al diablo y a su hijo; mientras que la antigua serpiente,
atónita, rechinará los dientes y dirá para sí:
Hemos sido confundidos. Ya no podremos subyugar a los hombres como hasta ahora (OD, 3ª, 5ª, 36).
Vencido el diablo y derrocado su hijo el Anticristo, se habrá cumplido la salvación y ya no habrá que temerle, pues habrá sido enviado a la condenación eterna.
"Así se acaba la guerra del Hijo de la Perdición que no reaparecerá jamás [..] Tras la caída del Anticristo, la gloria del Hijo de Dios será aún más grande" (OD, 3ª 5ª,37).
Por su parte, el Scivias dice:
"Tras la muerte del Anticristo, el lugar donde cayó se llenará de hedor y de niebla [...] para que los hombres seducidos por el Impío se aparten de su error y vuelvan a la verdad".
Al ver la muerte del Anticristo,
"los pueblos se sobrecogerán, presa del más horrible espanto, derramarán sollozantes lamentos y lúgubres clamores, y dirán amargamente que se engañaron" (SC, 3,11, 39).
"Caído el Hijo de la Perdición muchos de los que cayeron en el error volverán a la verdad" (SC, 3, 11, 40).
No obstante, es de suponer que el Anticristo seguirá teniendo seguidores hasta el final del Tiempo, pues la Luz Viva exhorta a hacer frente
"a cuantos precedan y sigan al Hijo de la Perdición, al que llamáis Anticristo" (SC,3,11,19).
La Luz también anuncia a la Iglesia una época de esplendor y de conversiones, lo que exige una etapa, de duración desconocida, para que los seres humanos pueden rectificar y convertirse, antes del Juicio Final colectivo en el que nuestras conductas quedarán cristalizadas, valoradas y retribuidas para toda la Eternidad. De hecho, la Luz Viva anuncia para esta etapa la conversión del pueblo judío (OD, 3ª, 2ª,8).
"Revelado el testimonio de los Dos Testigos y vencido el Hijo de la Perdición, el Hijo del Hombre brillará claro y hermoso en la fe católica hasta que llegue el fin del mundo" (SC, 3, 11, 11).
Todo lo que Jesús instituyó no sólo persistirá entonces, sino también después:
"Todo lo que he fundado maravillosamente persiste y persistirá a lo largo de los ciclos de este número pleno y allende el fin de los tiempos, bien afianzado por mi mano" (SC, 3,11,17).
Hacia 1151, en el que presumiblemente se dictaron estas líneas, la Luz Viva veda escudriñar más allá.
"Lo que queda no podrás saberlo, pues está oculto en el Padre. De este ciclo de tiempos aún tenéis por delante largos años antes de que venga el Homicida. Esta no es sazón ni éste es el momento de que sepáis qué ocurrirá entonces, como tampoco sabéis qué pasará tras los siete días de una semana. Solo lo sabe el Padre, que también tiene esto bajo su potestad. Sobre los días de la semana o el transcurso de los tiempos del mundo, nada más sabrás, oh hombre" (SC,3ª, 11, 23).
Pudiera ser que después de 962 años hayan llegado ya la sazón y el momento de escudriñarlo, y con esta esperanza nos atrevemos a presentarlo aunque la advertencia es taxativa:
"Tras la caída del Impío, no indagar el Último Día del eclipse del mundo, pues nadie podrá saberlo. Es un secreto que el Padre guarda recóndito. En consecuencia, estad preparados, oh hombres, para el Día del Juicio. Porque, según se ha dicho, Mi Hijo, el poderosísimo guerrero, vencerá en los últimos tiempos al Hijo de la Perdición y a su padre el Demonio con todas sus artimañas" (SC, 3,11,41).
Y así veamos para concluir esta entrega, las precisiones que dió la Luz Viva a Santa Hildegarda sobre el cómputo de tiempos: Al hablar del Tiempo y de la Historia, la Luz Viva compara "este cio de tiempos" (que es en el que ha vivido, vive y aún vivirá la Humanidad) con un día natural. Dice que Jesús vino al mundo:
"a la hora en que el día, pasada la novena hora [las tres de la tarde] clse acercaban las vísperas [las seis de la tarde], cuando ya desmedraba la esplendorosa fuerza de los días y empezaba a sentirse el relente del crepúsculo. Así, transcurridas cinco edades, vino Mi Hijo a la tierra cuando el mundo ya enfilaba su ocaso" (SC, 3,11,24). La Luz Viva predice también que el Anticristo vendrá en el crepúsculo del mundo: "El Hijo de la Perdición vendrá ya en el umbral de la noche, cuando el sol ya se pone y acaba el día, cuando se acerque la plenitud de los tiempos y el mundo llegue al final de su camino" (SC, 3,11,25).
Por otra parte, la Luz Viva compara el Tiempo con la semana de la Creación:
"Dios concluyó en seis días toda Su obra y descansó el día séptimo [...] Los seis días son seis números de tiempos y en el sexto se manifestaron al mundo nuevas maravillas, así como Dios terminó su obra en el día sexto. Ahora [año 1151] estamos en el séptimo número del siglo, cerca ya del umbral del Último Día, igual que en el día séptimo" (SC, 3,11,17).
El siglo XII en que floreció Santa Hildegarda, el segundo milenio de la Cristiandad acababa de comenzar, y era también el comienzo del séptimo número de siglos:
"Pero ya ha transcurrido el sexto número: ha empezado el séptimo, en el que ahora se encuentra el curso del mundo como en el séptimo día de descanso; porque ya está abierta la labor y los sellos cerrados, igual que en la calma del séptimo día".
La Luz termina con esta expresión terminante:
"Seis días de trabajo y el séptimo de descanso: no hay más jornadas" (SC, 3,11,23).
Bueno, pues en esta exposición que venimos
haciendo de los Últimos Días según Santa Hildegarda, sólo nos
queda presentar la última etapa que la Luz Viva desveló en el
Scivias, lo que haremos en una próxima entrega.
José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia
(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del
Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, así como fragmentos de la visión 11ª de la
3ª parte del Scivias, reproducidos con permiso de la
Editorial Trotta que recientemente lo ha reeditado.)
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El Juicio Final según Santa Hildegarda
ReL 19.01.2013
José María Sánchez de Toca y Rafael Renedo Hijarrubia
El acto final de la permanencia de la Humanidad
sobre la Tierra tal como la conocemos lo describe Santa
Hildegarda en la 12ª Visión del Scivias, que
es una visión realmente corta (apenas un tercio de las normales)
donde este último acontecimiento queda recogido así en el
"Sumario":
Durante el Último Tiempo, terribles cataclismos en aire, tierra
o agua acabarán con toda vida en la Tierra, de la que
desaparecerá todo lo pútrido. Tras esta muerte general, los
cuerpos de los muertos humanos, buenos y malos, signados o no
signados, resucitarán en toda su integridad y con su sexo sin
que importe cómo murieron.
Mientras prosiguen los cataclismos, el Hijo del Hombre llegará
con gran majestad en la misma forma humana que tuvo en la Tierra,
con potestad del Padre para juzgar a los hombres. Los que estén
signados pasarán este juicio sin dificultades y serán
arrebatados rapidamente, sin alegatos porque cada uno tendrá a
la vista sus obras. Refulgirán los patriarcas, profetas,
apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, monjes y todos los
que se hayan esforzado, pero, sorprendentemente no quienes hayan
elegido vida contemplativa solo porque era la mejor.
Los Cielos guardarán silencio mientras el Hijo del Hombre
pronuncie la sentencia en la conciencia de cada uno. Los infieles
ya estarán juzgados.
Terminado el Juicio reinará la máxima quietud y la Gloria
eterna recibirá a los elegidos con grandes alabanzas, mientras
el Infierno se tragará a los malos entre alaridos. En la nueva
Tierra, los elementos, el sol, la luna y las estrellas cambiarán
a mucho mejor, los astros no se moverán y entre otras cosas ya
no habrá noche.
Con esto finalizamos el resumen de los Últimos Días según le
fueron revelados a Santa Hildegarda en las visiones 11ª y 12ª
de la 3ª parte del Scivias, así como en la 5ª de la 3ª parte
del Libro de las Obras Divinas; textos revelados que ofrecen un
amojonamiento temporal realmente único, en el que se pueden
encajar los casi mil años transcurridos, y en el que destaca lo
siguiente:
A pesar de las dificultades, que no faltan, la 4ª cruenta edad
del Cerdo Negro podría identificarse con el siglo XIX por el fin
del Sacro Imperio y la reducción de la autoridad temporal del
Pontífice romano.
La 5ª cruenta edad del Lobo Gris bien puede ser la nuestra u
otra posterior muy parecida, en la que proliferan las apariciones
marianas, como profetiza la Luz Viva.
En la edad del Lobo Gris se manifestará el Anticristo que será
generalmente aceptado. El Resto Fiel, la Cristiandad que no se le
someta, sufrirá terribles persecuciones.
El Anticristo morirá de muerte desastrada, nunca reaparecerá y
se producirán numerosas conversiones. A su muerte seguirá una
etapa de duración desconocida en la que el pueblo judío,
el Primer Pueblo de Dios, aceptará por fin a Jesús.
No obstante, el Anticristo tendrá seguidores hasta el fin del
tiempo, lo que hace temer que los cataclismos finales sean la
limpieza general de una Humanidad reincidente.
Antes del Juicio Final, toda vida perecerá sobre la Tierra, a lo
que seguirá la resurrección de todos los humanos.
Las dificultades del resumen que les hemos ofrecido son evidentes,
no solo para establecer su idoneidad sino también, y más
importante, para encajarlo con otras profecías de la máxima
categoría como son el discurso apocalíptico de Jesús cuando
lloró contemplando el Templo (Mt, 24) y el Apocalipsis de San
Juan.
El discurso de Jesús consiste en una serie apretada de
advertencias, consejos y señales tanto para los cristianos de
entonces (Flavio Josefo recoge cómo se cumplieron puntualmente
los avisos de Jesús) como para los cristianos de todos los
tiempos.
Por otra parte está claro que el Apocalipsis, palabra que
significa "Revelación", no es un acertijo, sino el
conjunto de avisos e instrucciones para los cristianos que lo
tengan encima. De hecho están pasando cosas que nuestros
bisabuelos eran incapaces de entender; por ejemplo: "se le
dio el poder de dar vida a la imagen", que nosotros sí
entendemos a la vista del cine, la televisión y las proyecciones
holográficas.
También presentan dificultades el cúmulo de revelaciones
privadas que el Cielo ha prodigado en los últimos siglos. Son
fuentes muy numerosas que, la verdad, han sido menospreciadas,
subestimadas y acalladas con dura oposición, pero cuya
coherencia y santidad de vida inspira fiabilidad, y que han
profetizado acontecimientos y secuencias que no son fáciles de
coordinar ni entre sí, ni con los tres grandes cañamazos del
discurso de Mateo, 24, el Apocalipsis y los Últimos Días según
Santa Hildegarda que acabamos hoy de resumir para ustedes:
Considérese por ejemplo la secuencia Aviso, Milagro, Castigo (o
Aviso, Castigo, Milagro). La lluvia de las estrellas y el
estandarte del Hijo del Hombre. La manifestación del Falso
Profeta y la expulsión de Roma del Papa. La
gran guerra en el Oriente Medio para la promoción del Anticristo,
héroe pacificador. La subsiguiente proclamación de la religión
sintética y universal. La invasión china de Rusia,
la invasión rusa del Occidente europeo, la lluvia amarilla. El
choque de chinos y anglosajones en Asia Central. La larga serie
de esperanzas que atesora cada nación en su propia cultura,
relativos a emperadores, zares, caudillos o grandes monarcas que
serán la mano derecha de la Iglesia. Los trastornos climáticos
y de la Naturaleza y hasta los grandes insectos que profetizó el
monje santo.
El Futuro ("lo por venir", como decían nuestros
abuelos, cuando aun no se usaba la palabra "futuro" y
menos aún con mayúscula) será por lo menos tan complicado como
el pasado; y el pasado, como sabe cualquier historiador que no
esté dispuesto a tragarse simplificaciones decimonónicas, ha
sido siempre complicadísimo.
Y es que las profecías no son un programa de actos, sino una
guía de conducta. Y sobre todo, la esperanza de que al final van
a ganar los buenos.
José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia
(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del
Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, así como fragmentos de la visión 11ª de la
3ª parte del Scivias, reproducidos con permiso de la
Editorial Trotta que recientemente lo ha reeditado.